sábado, 2 de enero de 2010

2010 sin Pablo.


Querido hijo,
me duelen partes del cuerpo
que no sabía que existían.
Tengo vergüenza de pasar a un nuevo año.
No quiero que te quedes en el que se va.
Me desespera no haber podido detener el tiempo.
No encontrar causas, culpables, ni respuestas.

Quisiera tener super poderes. Verte una vez más,

despedirme. Darte un abrazo, decirte que te quiero;
que lo mejor de vos vive dentro mío.
Pero me duele todo Pablo.

Estoy hecha pedazos y a la deriva, como las mil trescientas partes
del avión que encontraron en ese mar inmenso.

Si existe una tecnología

que puede descubrir un alfiler en Marte,
o pozos de petróleo a seis mil metros,

esa misma tecnología
podrá encontrar un avión de doscientos treinta toneladas.
Y lograr que las 228 personas que sacaron un ticket Río-París
no queden sepultadas en el olvido.












Los aviones no desaparecen.