lunes, 9 de enero de 2012

UN AÑO MÁS



Fuiste mi mejor regalo de Reyes.
Pesabas 3,450 grs. y eras un torito.

Cuando la enfermera te puso en mis brazos “para que se vaya acostumbrando a chupetear” ya venías con la boquita preparada para prenderte a mi pecho. 
Te miré asombrada:¡te habían cortado el pelo! “¿Por qué pelaron al nene?” pregunté.  “Costumbre de la maternidad” dijo la enfermera. 
Costumbre de una época y una clase social donde lo más común era que el sanatorio te haga una cesárea, o te ponga el goteo para acelerar el parto, porque el médico se tenía que ir a Punta del Este. 
Costumbre naval cuando entraste al Liceo.

Pero no fue el pelo corto o el uniforme los que te hicieron recto, correcto, honesto, estudioso, inteligente y buena persona.
Muy lejos de ser un “aprendiz de Astiz” - como le dijo alguien a tu papá para que le duela-
Tu corazón estaba más a la izquierda que el de muchos y lo mostraste con un trabajo social que salvó la vida a miles de personas de las favelas. 

Pablo a los 40 años hizo mucho más que mucha gente en 80. Le salvó la vida a 8.000 personas… Yo ni siquiera puedo cuidar de la mía” me dijo hace poco uno de sus mejores amigos.

Celebro tu vida hijo.
Tu luz siempre me ilumina pero hoy todavía es más intensa.

Nero-Nero.